Tras la llegada a los cines brit&aacute;nicos de Quant, el documental dirigido por Sadie Frost, redescubrimos la vida de la dise&ntilde;adora por excelencia de los Swinging Sixties.

Muchos son los iconos de la moda que poco a poco van cayendo en el olvido, especialmente entre los m&aacute;s j&oacute;venes. Un claro ejemplo de ello es la dise&ntilde;adora brit&aacute;nica m&aacute;s popular de los a&ntilde;os 60, Mary Quant, qui&eacute;n revolucion&oacute; el mundo de la moda gracias a sus famosas minifaldas y sus medias de color a pesar de la austeridad de la &eacute;poca.
Por eso, para mantener vivo su gran legado, Sadie Frost ha dirigido Quant, el primer documental sobre la vida y la carrera de la reina de la minifalda, que llega cargado de entrevistas a rostros tan conocidos como Kate Moss y Vivienne Westwood. Se estren&oacute; en el festival de cine BFI London a mediados de mes, aunque no fue hasta el pasado viernes d&iacute;a 29 de octubre que aterriz&oacute; en los cines brit&aacute;nicos.
Es un documental que llega tras otro gran homenaje a la dise&ntilde;adora: la exitosa exposici&oacute;n en el museo V&amp;A del Londres, que se estren&oacute; en 2019 gracias al arduo trabajo de Heather Tilbury, directora de Mary Quant Limited durante los sesenta y los setenta. Tras cuatro a&ntilde;os de negociaciones y preparaci&oacute;n, m&aacute;s de 400.000 visitantes pudieron disfrutar de una colecci&oacute;n de m&aacute;s de 200 prendas, incluyendo algunas piezas in&eacute;ditas del archivo personal de la dise&ntilde;adora brit&aacute;nica.

Exponente del aperturismo de los sesenta, Mary Quant naci&oacute; y se crio en el barrio londinense de Blackheath. Ya que sus padres, dos profesores de origen gal&eacute;s, se opon&iacute;an en rotundo a que hiciera un curso de moda, Quant estudi&oacute; ilustraci&oacute;n en Goldsmith, donde conoci&oacute; al arist&oacute;crata Alexander Plunket Greene, su futuro marido y socio de negocios. Y es que, tras adquirir Markham House en el barrio de Chelsea en 1965, la pareja abri&oacute; el restaurante Alexander&rsquo;s en el s&oacute;tano del edificio, dejando la planta baja para la primera boutique de la dise&ntilde;adora, Bazaar.
Los sesenta representaron una explosi&oacute;n de diversi&oacute;n y libertad, que inundaron la capital brit&aacute;nica tras unos grises a&ntilde;os de postguerra. Fue una &eacute;poca para derribar muros y buscar nuevas oportunidades, y Mary Quant supo encontrar la suya. Tras la apertura de la tienda, donde inicialmente vend&iacute;a ropa comprada al por mayor, no tard&oacute; en darse cuenta de que no pod&iacute;a encontrar el tipo de ropa que ella y sus amigas quer&iacute;an llevar, nos cuenta Tilbury.
La gente joven buscaba ropa diferente, alejada de la madurez de la moda de entonces. As&iacute; que Quant se puso manos a la obra y, de manera autodidacta, modificaba patrones comerciales para obtener los looks que sus clientes buscaban. Con lo que ganaban en la tienda durante el d&iacute;a, compraban las telas para la ropa que cos&iacute;an durante la noche. As&iacute;, la dise&ntilde;adora pod&iacute;a adaptar constantemente su oferta a la demanda, consiguiendo dise&ntilde;os &uacute;nicos y a precios muy competitivos.

Entre los a&ntilde;os cincuenta y los sesenta, Bazaar lleg&oacute; a convertirse en un punto de encuentro para celebridades, m&uacute;sicos y artistas. &ldquo;Mary ten&iacute;a la habilidad de atraer a la gente, que ven&iacute;a de todos sitios&rdquo;, dice Tilbury. &ldquo;Era, sin duda, la vanguardia del Swinging London&rdquo;. La boutique ofrec&iacute;a una experiencia que nadie quer&iacute;a perderse, con m&uacute;sica a todo volumen, bebidas gratuitas y escaparates llamativos. Por no hablar de la posibilidad de disfrutar de una cena en Alexander&rsquo;s y seguir comprando hasta altas horas de la noche.
Bailarines, m&uacute;sicos, artistas y socialites del Chelsea Set y los Mods, una subcultura del Londres de los &uacute;ltimos a&ntilde;os de los cincuenta, fueron las grandes inspiraciones de Quant para conseguir su objetivo. Un objetivo que, a pesar de su gran mente abierta, ten&iacute;a muy claro. &ldquo;Quer&iacute;a libertad, poder moverse y pas&aacute;rselo bien con la moda&rdquo;, dice Tilbury. Y eso mismo hizo a trav&eacute;s de, por ejemplo, vestidos cortos combinados con mallas a todo color, creando un tipo de moda que no pasaba desapercibida, y que recordaba a las prendas que ella misma hab&iacute;a llevado al colegio y a sus clases de danza.

Pero si hay una pieza por la que siempre se la recuerda es, sin duda, la minifalda. Aunque el couturier franc&eacute;s Andr&eacute; Courr&egrave;ges asegura que &eacute;l lo hizo antes, Quant es conocida por sus bajos por encima de las rodillas, creando faldas y vestidos extremadamente cortos que daban a sus clientes la libertad de movimiento que tanto deseaban. &ldquo;Ella nunca afirm&oacute; haber dise&ntilde;ado la minifalda, siempre dec&iacute;a que fueron sus clientes&rdquo;, cuenta Heather Tilbury. &ldquo;Ellos le ped&iacute;an que hiciera las prendas m&aacute;s cortas&rdquo;. Unas prendas que se popularizaron gracias a supermodelos como Twiggy, quien convirti&oacute; las minifaldas de Quant en toda una tendencia internacional.
Con los a&ntilde;os, el negocio fue expandi&eacute;ndose, consiguiendo tres tiendas en Londres y una colaboraci&oacute;n con la cadena de grandes almacenes americanos JC Penney. Imparable, Quant tambi&eacute;n cre&oacute; una l&iacute;nea de pr&ecirc;t-&agrave;-porter m&aacute;s asequible, llamada Ginger Group.
&ldquo;Por mucho que Mary quisiera que sus prendas estuvieran disponibles para todos, no todos pod&iacute;an pagarlas&rdquo;, dice Tilbury. Para resolver esto, Mary vendi&oacute; los patrones de sus prendas durante las primeras etapas de la nueva marca. Por aquel entonces, la costura todav&iacute;a se ense&ntilde;aba en las escuelas, as&iacute; que todos pod&iacute;an tener acceso a la ropa de Quant e incluso adaptar los dise&ntilde;os si quer&iacute;an. La popularidad fue tal que el patr&oacute;n m&aacute;s exitoso vendi&oacute; m&aacute;s de 100.000 copias.

Mary Quant fue revolucionaria en muchos sentidos, llegando a crear un universo que inclu&iacute;a tanto moda como productos de belleza, sin olvidar los muebles y la decoraci&oacute;n del hogar tambi&eacute;n de su firma. De hecho, su empresa revolucion&oacute; el mundo de la cosm&eacute;tica con sus colecciones, creando productos como Cry Baby, la primera m&aacute;scara de pesta&ntilde;as resistente al agua. Y ya bien entrados en los setenta, tambi&eacute;n present&oacute; la primera gama de cosm&eacute;ticos para hombres. "Ese fue el comienzo de la idea del cuidado de la piel y la forma del rostro de los hombres", asegura Tilbury.
Tras este pico de &eacute;xito, el inter&eacute;s por los dise&ntilde;os de la dise&ntilde;adora brit&aacute;nica fue difumin&aacute;ndose paulatinamente. Aun as&iacute;, es innegable que ha dejado una gran huella en el mundo de la moda. Una huella que el paso del tiempo no ha conseguido borrar. Y es que, mires donde mires, es f&aacute;cil encontrar un pedacito de la esencia de Mary Quant.

Mary Quant, la reina de la minifalda

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