Las estrellas son caprichosas. A Madonna le encanta que le apaguen las luces de los hoteles en los que se hospeda de gira para que al volver pueda contemplar las estrellas, Christina Aguilera odia la cubertería y vajilla de plástico, a Ricky Martin le gusta que al terminar un show, 8 masajistas recompongan su cuerpo cansado, a Britney le encantan los camarones y langostinos en el camerino, donde tampoco pueden faltar chicles, mientras que a los Rolling Stones les ponen 600 toallas blancas y consolas repartidas por su habitación y son más felices que unos niños con caramelos. Pero cuando llegamos a Macklemore, estos gustos se convierten en totalmente naturales y es que lo que le gusta al rapero americano es coleccionar arte… llamémoslo kitsch.
Hasta aquí todo perfecto. Cada persona tiene su gusto y para eso se hicieron los colores pero si ahondamos un poco más en este hobbie tan cultureta y descubrimos en qué pinturas ha invertido en los últimos meses, nos topamos con una que sorprende de manera especial. ¿Qué os sugiere la imagen de un Justin Bieber desnudo, cubierto de sirope de caramelo y con un pancake en sus partes pudendas? Pues digamos que a Macklemore no le hace falta mucha imaginación.
Y es que en plena promoción de su nuevo trabajo junto a Ryan Lewis, This Unruly Mess I’ve Made, Ben Haggerty (como se llama en realidad Macklemore) ha declarado su profunda pasión por una de sus últimas adquisiciones: el citado cuadro de Bieber. Una obra del artista de Minnesota Dan Lacey, acostumbrado a pintar a sus celebrities con un trozo de pancake en alguna parte del cuerpo serrano. Un trozo que en este caso se convierte en tortita entera para omitir los reales tesoros de este ídolo teenager.
Una obra de arte de esas que catalogaríamos de #foodporn en las redes sociales y que comprada en Etsy, supone el hobbie menos conocido del cantante americano, el tipo de arte que cuelga en sus paredes y que seguramente le otorgue esa paz interior y espiritual tan necesaria a la hora de practicar la vipassana, técnica de meditación que le gusta poner en práctica y que con la imagen de un Bieber a punto de caramelo, obviamente, roce el éxtasis.