Las relaciones afectivas son tremendamente complicadas. Difíciles en una época en la que el compromiso ya no lo es todo y la pura satisfacción va arrancando enteros a aquellas conductas más tradicionales, en la que todo lo mío era suyo y todo lo suyo era mío. Esto, unido a la aparición de las redes sociales y de apps que han favorecido a una segunda liberación sexual, con las que parejas ya asentadas han querido experimentar para romper esa supuesta monotonía de su día a día, ha convertido las relaciones monógamas en toda una rareza, apostando por las relaciones abiertas como perfecta ecuación a despejar. Pero ¿es esto una moda, un puro deseo, una decisión por convicción o qué es lo que es? Según un estudio realizado por el Centro para la Investigación Social en Salud de Australia, mientras que las parejas heterosexuales tradicionales han seguido manteniendo el mismo porcentaje que en años anteriores, las homosexuales sí se han visto disminuidas a favor de relaciones abiertas, el tipo de asociación más repetido entre mujeres y hombres del mismo sexo o bisexuales. Casi un 33% de los 2.866 entrevistados se encontraban bajo el influjo de una relación abierta. Del mismo modo, el 31% definió su relación como monógama, mientras que el 23% mantenía relaciones sexuales esporádicas. Porcentajes entre los que también encontramos que mientras el 29% liga en bares, el 48% lo hacía a través de aplicaciones de búsqueda de pareja. Preguntados por su salud sexual, se observa un aumento en la importancia de hacerse pruebas de VIH, un interés generalizado que ha aumentado del 11,9% del año 2012, al 22,8% de la actualidad. Seguimos, por tanto, con la duda de si este tipo de uniones abiertas son una moda, puro morbo, una decisión de pilares más que arraigados o una unión por un motivo común que escapa del estrictamente amoroso/sexual. El tiempo dirá si fructifican y si seremos testigos de una nueva manera de amar aún más fuerte y consolidada, gracias a la existencia de una tercera persona que ayude a equilibrar la balanza.