El nuevo cortometraje protagonizado por Alejo Sauras y Kira Miró, y dirigido por Samuel Miró, nos ha dejado sin aliento. En estos tiempos, más que nunca, cualquier concienciación contra la violencia machista es poca.
Cuando pensamos en violación, la primera imagen que se nos viene a la cabeza es una agresión. La mayor parte de las veces, ejercida por un hombre a una mujer. Pensamos en la violación y automáticamente incluimos la violencia en la acción. Y esto, aunque cierto, no siempre es así.
Existen muchos tipos de violaciones. Eso nos intenta enseñar este cortometraje, que casos como La manada no son los únicos. Cuando crecemos en una cultura como la imperante, una cultura de la violación, donde el sometimiento de la mujer se vende como algo excitante, llega un momento en el que el límite de lo permitido y lo atroz se pierde, se difumina.
En una encuesta realizada en el año 2015, se reveló que más de un millón setecientas mil mujeres y niñas que viven en el país han sufrido una agresión sexual alguna vez en su vida. Son el 7,2% de la población femenina. Pero aún más espeluznante es saber que, según datos de la Federación de Centros de Asistencia a Víctimas de Agresiones Sexuales (CAVAS), de cada 6 violaciones en nuestro país sólo se denuncia 1.
En este cortometraje no se ve a una mujer acorralada en un callejón y siendo brutalmente agredida. Se ve a una mujer que, en un momento dado, comienza a no sentirse cómoda y exige parar. “PARA”. Pero su compañero parece no escuchar y termina lo empezado. Probablemente no es consciente de que lo que acaba de cometer es un delito, una agresión deleznable, una violación.
Como la protagonista, muchas mujeres sufren este tipo de situación. La violación, perpetrada por quien sea y como sea, será siempre una violación.