La actriz ha escrito un poderoso discurso con el que pretende acabar con el acoso que recibe desde hace meses hacia su “nuevo” rostro.
En octubre de 2014, Renée Zellweger reapareció en nuestra vida con un rostro que muchos tacharon de irreconocible. Nuestra adorada “Bridget” fue a partir de entonces acosada por los medios de comunicación en una oledada de comentarios negativos sin precedentes, en la que también jugaron un papel fundamental las redes sociales (un territorio que puede ser extremadamente agrio). Algunas de las valoraciones incluso rozaban la falta de respeto y la humillación, evidenciando que aún en nuestra sociedad castigamos a las mujeres que deciden someterse a la cirugía estética, como si se tratase de una práctica horrible. Como si hiciese daño a alguien.

Muchos meses después, Zellweger ha vuelto a sacar a debate el controvertido tema, afirmando de nuevo, en un poderoso discurso, que no ha pasado por el quirófano. Aunque esto es lo de menos. Lo realmente admirable de las palabras de la actriz, publicadas en The Huffington Post hace unos días, ha sido cómo ha logrado (en tan solo un par de párrafos) terminar con los comentarios de sus haters.
“No estoy escribiendo esto en protesta a la repelente idea de que el valor de una persona y su contribución profesional de alguna manera se ven disminuidos por no cumplir con la presión social sobre su apariencia, y debe exponer sus decisiones personales en el tribunal de la opinión pública. No estoy escribiendo esto porque crea que es un derecho de los individuos el de tomar decisiones sobre su propio cuerpo por cualquiera que sea la razón sin ser juzgado”, ha escrito la actriz, añadiendo a continuación: “Con una mayor frecuencia, le quita tiempo a los medios de hablar sobre la infinidad de sucesos relevantes que tienen lugar hoy en día en el mundo. Satura nuestra cultura, perpetúa una doble moral que es desagradable e ignorante, disminuye el nivel del discurso social y político, estandariza la crueldad como norma cultural e inunda a la gente con información absolutamente irrelevante”. Pocas veces hemos sido testigos de una Renée Zellweger tan clara y directa, pero nos fascina y, siendo honestos, tiene un punto de razón.